Presentación

Atardecer cálido en la costa de Roquetas de Mar.

Llega el momento de recoger tras un agradable día de playa, aunque algunos prefieren aguantar un poco más para disfrutar de los tonos rojizos y amarillentos que arropan el final del día. Aparece una gaviota picofina, catalogada como vulnerable a la extinción, sobrevolando elegantemente la escena y atraviesa el paseo marítimo para acabar posada en la cima del torreón principal del majestuoso Castillo de Santa Ana.

Mientras tanto, a las puertas del mismo, se agrupa una multitud de melómanos a la espera de que llegue la deseada hora. La gran mayoría repite. Comentan con los neófitos la inolvidable experiencia en los conciertos del año anterior.

Al otro lado de la puerta, la organización ultima los detalles y confirma que está todo preparado: mesas de recepción, libretos, display, luces.

A pocos metros, y como si viviéramos en un libro de caballerías, el «héroe» de nuestra historia se concentra y se prepara en la torre para el «viaje» musical que le espera. Es consciente de la gran responsabilidad que recae sobre él y sabe que sus hazañas, o proezas, deberán ser ejemplares.

El aforo ya está prácticamente completo, pasan las últimas personas, se procede al cierre de las puertas del castillo. El público, acomodado en sus asientos, hojea el libreto de esta edición aunque se centra en lo concerniente al concierto de hoy. Comentan detalles con sus correspondientes acompañantes, comentarios que se entremezclan y sobrevuelan temporalmente el patio del castillo. Pero este ambiente preconcierto, tan distendido y necesario como preparación al siguiente estadio, se rompe de golpe, sin avisar, cuando la luz desaparece casi por completo a excepción de los focos que iluminan el escenario. Pocas veces una acción tan simple tuvo un poder de reacción tan grande. Se extingue la luz, cesan los comentarios, se apagan los pensamientos, y la expectación y el silencio invaden el castillo. Unos pasos atraviesan la galería derecha del patio, y, con ellos, comienzan los aplausos, que crecen por contagio. Los pasos dejan de ser el objeto a aplaudir para tomar el protagonismo una sombra. Esta sombra no solo recorre la galería, además, y lo que es más importante, atraviesa el radical umbral entre la oscuridad y la luz. Es entonces cuando el aplauso cobra su máximo apogeo con un tono muy distinto al reconocer claramente a nuestro esperado «héroe». A continuación, se produce uno de los momentos más maravillosos que se experimenta en todo concierto: el paso del silencio más profundo, ese que nos inquieta y al que no estamos acostumbrados, al primer sonido del concierto. Un momento único, de los más bellos, y, si se sabe apreciar, de los más emocionantes. En ese preciso instante, y de una forma tan sencilla, todo el entorno cambia.

Ya no estamos en el mismo lugar. Pero ni lo pensamos. Nos dejamos llevar. Solo está nuestro «héroe». Nada más. Y lo que nos viene a contar: su música.

La Organización del Festival.

Juan José Salvador. Concejal de Educación, Cultura y Juventud
Juan José Salvador

Concejal de Educación, Cultura y Juventud

Organiza:

Concejalía de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Roquetas de Mar.

Coordinación:

Manuel Cruz, Belinda Sánchez-Capuchino y Miguel Ángel García.

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